Tres semanas después.
–¡¡No entiendo nada!!¿Por qué María de los Dolores acepta ser humillada de esa forma por Carmina Fuentes Leal? –Preguntó Hugo indignado asistiendo una telenovela que Julia lo obligaba a ver con ella a cambio de seguir durmiendo con él.
–Porque está enamorada de Juan Andrés, y es capaz de soportar lo que sea para estar con su amor. –Explicó Julia por milésima vez porque Hugo no dejaba de preguntar cosas cada vez que se tumbaban en la cama para ver la telenovela.
–¡¡Pero si solo se ha acostado con Juan Andrés Fuentes Leal en la noche de bodas!!¡¿Cómo va a estar enamorada de un hombre con el que solo ha follado una vez?!¡¡Y encima está embarazada ya, un polvo y ya salió preñada la chica, así porque sí!!¡Eso no tiene sentido! –Vociferó molesto y Julia empezó a reírse.
–¿Por qué dices el nombre completo de los personajes cada vez que los mencionas? –Preguntó Julia con curiosidad agarrando unas palomitas para llevarse a la boca.
–Porque lo hacen todo el tiempo en la telenovela de los cojones. ¡Esa María de los Dolores me parece una tonta! Está enamorada de un hombre que solo le rompió el himen y encima aguantando la familia esnob que tiene Juan Andrés Fuentes Leal. ¡Eso es absurdo! ¿De verdad te gusta ver eso? –Respondió metiéndose unas palomitas con pepitas de chocolate en su boca.
–¡¡Está entretenida Hugo!!–Exclamó Julia girando los ojos, porque Hugo solo sabía quejarse, parecía que lo hacía apropósito.
–¡¡Pues que entretenimiento de m***a!! –Afirmó Hugo viendo como Julia se levantaba para llevar los cubos de palomitas a la cocina y cuando ella regresó acomodó la cama para él.
–¿Sabes que no tenemos por qué dormir juntos Hugo verdad?, tenemos la excusa de que no estás bien y necesitas estar lo más cómodo posible. –Murmuró Julia mirándolo de reojo viendo como giraba los ojos.
–Mientras siga mi madre en esta casa, debes dormir conmigo. Y estoy convaleciente no sería correcto dejarme solo. –Contestó Hugo poniendo un puchero.
–No me mires con esa cara Hugo Torres. ¡¡Eres un chantajista!!–Le regañó Julia. –Ahora a dormir que mañana tienes fisio a primera hora. –Anunció Julia acostándose en la cama al lado de Hugo. Llevaba puesto un conjunto de pijama de top de tirantes y shorts. Hugo la miró sonriendo con satisfacción y se quitó la camiseta antes de acomodarse a su lado. –¿Tienes que dormir así, casi desnudo? ¿Tanto te molesta la camiseta? –Preguntó molesta.
–Lo hago por ti, para ayudarte con tus sueños húmedos. –Susurró Hugo cerca de su oído y Julia sintió una electricidad recorrer su cuerpo al sentir su aliento contra su piel.
–¡¡Yo no tuve ningún sueño húmedo, estás mintiendo!! Lo haces para molestarme. –Contestó mirándolo enojada tumbada a su lado, mientras que Hugo seguía sentado apoyándose en el respaldo de la cama.
–Sí que tuviste unos cuantos sueños bien húmedos, y encima te restregabas contra mi cuerpo gimiendo como una gatita en celo. –Afirmó Hugo con una voz sexi. –Y como sigas así un día de estos te ayudaré a terminar con esa tortura. –Murmuró acomodándose a su lado.
–¡¡Ni se te ocurra o te dejaré solo en esa habitación!!–Replicó Julia mientras apretaba los muslos, solo la idea de imaginar a Hugo tocando su cuerpo la excitaba mucho.
–Pues por mí no hay problema, por lo menos sé que te irás de mi cama aliviada después de recibir el orgasmo de tu vida. –Habló sonriendo con malicia y Julia se dio la vuelta para ignorarlo.
Cuando la noche ya estaba avanzada Hugo miró a Julia para ver si estaba dormida para así poder abrazarla. Ya era una costumbre para él, entretenerse observando el sueño tranquilo de la chica.
Ahora en cada noche, Julia llevaba una tercera almohada a la habitación para dormir con ella entre sus piernas, pero cuando estaba durmiendo Hugo se la quitaba y Julia inconscientemente enredaba su pierna en él por la necesidad que tenía de tener algo entre sus piernas y Hugo había aprendido a sacar provecho de esa costumbre. Todas las noches los dos dormían abrazados.
En medio de la noche Julia despertó sintiendo algo duro presionando su trasero, al principio disfrutó de la sensación empinándose hacia atrás. Era inevitable, no podía resistirse a su deseo de sentir esa majestuosa dureza que tenía Hugo entre sus piernas, pero se regañó mentalmente y decidió acabar con aquella incómoda situación.
–¡Baja el arma Hugo! –Susurró Julia sabiendo que la escucharía, porque él tenía el sueño muy leve y no tardó en obtener una respuesta.
–Un soldado jamás baja su pistola en tiempos de guerra. – Contestó Hugo con la voz ronca restregando su nariz en la nuca de Julia para sentir su olor. Y ella llevó su mano hacia atrás deslizando suavemente hasta llegar en la entrepierna de Hugo que se tensó al sentir su tacto, pero no lo disfrutó mucho cuando Julia encontró lo que estaba buscando y apretó los huevos de Hugo con fuerza para hasta hacerle daño. –¡¡AAAAAAHHHH SOLDADO HERIDO!!SOLDADO HERIDO!!–Gritó Hugo y Julia apartó su mano de él, que se llevó las manos a sus testículos que dolían intensamente después del ataque tan despiadado de Julia. –¿Sigues vivo hijo? –Preguntó Hugo mirando adentro de su pantalón de pijama.
–Para que nunca más vuelvas a dormir armado cerca de mí soldado Torres. –Espetó Julia acomodando su almohada debajo de su cabeza.
Unos minutos después cuando ya podía volver a respirar con normalidad, Hugo decidió provocar otra vez al diablo envolviendo a Julia en sus brazos, y esperó por un nuevo ataque, pero ella no protestó solo se derritió en el calor que desprendía su pecho desnudo. Hugo se movió con cuidado para no molestarla mucho y deslizó su mano por debajo del top de Julia.
–Lo siento, pero es que no es mi culpa que tengas la piel tan suavecita. –Murmuró Hugo con una voz suave alisando su vientre, sintiendo como la piel de Julia se erizaba con su toque.
–¿Ah sí, soldado? –Preguntó Julia sintiendo su caricia, porque en verdad ella disfrutaba de esa cercanía entre ellos.
–Si, y te digo algo más, nunca en mi vida había dormido con una mujer sin antes tener sexo con ella, eres la primera. –Confesó Hugo apoyando la barbilla en su hombro.
–¿De verdad? –Preguntó Julia con curiosidad mordiéndose el labio inferior.
–De verdad, contigo ya tuve muchas “primeras veces”, ya lo sabes. Eres la primera mujer a la llamo “novia”, la primera que llevé al cine, la primera a la que dediqué un gol…en fin, “primeras veces”. –Respondió Hugo sonriendo y Julia pudo sentir esa sonrisa de él en su hombro. –¿Julia?
–¿Qué Hugo?
–¿Puedo quedarme así contigo? ¿Abrazados?, solo un poquito más. –Pidió Hugo con un tono dulce.
–Está bien, pero solo un poquito. –Suspiró Julia acomodándose en sus brazos.
–Bien, y que ese “poquito” dure tooooooda la noche. –contestó dejando un beso en su hombro y así se quedaron dormidos.
Fueron tres semanas muy difíciles, Hugo tuvo varios momentos de tristeza y negatividad en los últimos días, pero Julia estuvo a su lado en cada momento. Y desde que había empezado su rehabilitación ella se había convertido en su mejor apoyo. Estaban cada vez más cómodos el uno con el otro y disfrutaban de estar juntos. Lo que no debería pasar de un simple teatro empezaba a convertirse en algo bonito y muy real.
En la mañana siguiente Julia estaba bajando las escaleras para avisar a Hugo que ya era hora de ir al fisio y cuando estaba casi llegando al despacho se chocó con Felipe que salía de allí.
–Hola Julia. –La saludó Felipe. –Cada vez lo veo más animado, creo que eso te lo debemos a ti. –Habló con entusiasmos refiriéndose a Hugo.
–Ah no lo creo Felipe, Hugo es muy fuerte. Superará esta etapa al igual que superó todos los obstáculos que la vida puso en su camino. –Contestó Julia con timidez y Felipe sonrió.
–Tienes razón, la verdad es que Hugo siempre ha sido un guerrero. –Contestó con orgullo–Julia quería preguntarte algo. –Anunció y ella frunció el ceño.
–Sí claro, lo que necesites saber. –Lo animó y Felipe pasó saliva antes de preguntar.
–¿Donde trabaja Kelly? –Preguntó Felipe y Julia lo miró extrañada, entonces él se inventó una excusa rápidamente para justificar su pregunta. –Es que no estaría demás saber donde encontrarla por si sucede algo, ella y su madre son tu única familia aquí, sería bueno tenerlas localizadas. –Se explicó y Julia pensó que tenía razón.
–Trabaja en un bar de Getafe, se llama Ámsterdam y Kelly suele estar casi siempre en el turno de la mañana. ¿Necesitas que te apunte la dirección? –Preguntó la chica y él negó con la cabeza.
–No es necesario, si tuviera la necesidad de buscarla con saber el nombre del lugar es más que suficiente, para eso existe el gps. – Respondió Felipe amablemente y se despidió de Julia. Cuando la vio entrar al despacho salió corriendo en dirección a coche.
Pasó las últimas semanas deseando buscar a la chica, pero todo lo referido a Hugo y las obligaciones que tenía con el negocio de casas de apuestas y el casino de su familia habían ocupado todo su tiempo.
Manejó como un loco del norte de Madrid hasta el sur con unas ganas incontrolables de ver a Kelly. Aparcó su coche cerca de la entrada del bar y llamaba muchísima la atención con su Ferrari en la periferia de Madrid.
La compañera de Kelly estaba limpiando la barra mientras que ella estaba en la cocina preparando los aperitivos para servir a los clientes ese día. Kelly se asustó cuando escuchó el ruido de algo rompiéndose contra el suelo, salió de la cocina encontrando a su compañera estupefacta con una taza rota cerca de sus pies.
–¿Lore que te pasa? –Preguntó Kelly caminando hacia su compañera.
–Ke…Kelly…hay…hay…–Tartamudeaba la mujer y cuando Kelly salió del pasillo que conectaba la cocina y el bar vio aquel hermoso hombre vestido con un elegante traje azul con finas rayas blancas parado en la entrada del bar con esa seguridad tan atractiva y única que seguía a Felipe Herráez a donde quiera que fuera. –¡Kelly hay un dios en la puerta! –Afirmó la mujer quedándose boquiabierta.