Julia caminaba de un lado a otro por el pasillo del Hospital Munchen Klinik Bogenhausen cerca de la habitación donde se encontraba Hugo. Estaba con la cabeza bajada mirando cada paso que daba con sus pies descalzos, mientras que en una mano sujetaba sus sandalias.
Al darse la vuelta se encontró con un par de deportivas delante de ella, levantó la cabeza encontrándose con la mirada preocupada de Felipe que las sujetaba.
–Toma, perdón que tardará tanto en conseguirte un par de deportivas. Ya han pasado varias horas desde que Hugo llegó al hospital y tú sigues así. –Se disculpó Felipe con pesar, mirando los pies Julia.
–No te preocupes, ahora mismo esto no es importante, ¿Cómo está Hugo? –Preguntó Julia preocupada mirando la puerta de su habitación.
–¡Está hundido! Me gustaría decirte otra cosa, pero esa es la verdad. Creo que jamás en tantos años de amistad, lo había visto así. –Contestó el representante bajando la cabeza con tristeza.
–¿Tan grave ha sido la lesión? –Julia preguntó llevándose las manos a la boca con angustia.
–Fracturó el peroné y sin él no tiene estabilidad en el tobillo. Puede tardar hasta cinco meses en recuperarse. –Explicó llevándose las manos a los bolsillos de su pantalón, observando a la chica sorprendido de verla tan afectada con la situación de su amigo.
–Pero se va a recuperar, es una buena noticia Felipe. –Habló Julia con esperanza, pero la expresión de Felipe le indicaba que no era tan simple.
–Es más complicado que eso Julia, por más que Hugo logré acortar ese tiempo aproximado para su recuperación, no es suficiente para terminar la Liga y no estará disponible para el mundial. Toda la temporada está perdida para él. Con esta lesión Hugo puede decir “Adiós” al Balón de oro. –Explicó y la vio bajar la cabeza preocupada. –Yo tengo que regresar al departamento, quiero estar con Hugo, pero también debo hacerme cargo de otros asuntos, después de todo esto los patrocinadores estarán como locos. Eso sin contar los periodistas, que ahora mismo estarán como buitres. –Suspiró con cansancio. – ¿Quieres que te lleve de regreso o prefieres quedarte aquí? –Preguntó mirándola a los ojos y Julia no tardó en darle una respuesta segura.
–Me quedo aquí, quiero estar cerca de él y de Diego por si necesitan cualquier cosa. –Afirmó y Felipe asintió.
–¿Dónde está Kel…tu amiga? –Preguntó Felipe un poco nervioso, pero Julia pensó que era por lo ocurrido en el partido.
–Ella regresó a tu departamento con Merche. –Contestó Julia dejando a Felipe pensativo.
Él sabía que no era la hora, ni el lugar para dar vueltas a sus problemas personales, pero no podía evitar sentir cierta ansiedad. Así que se despidió de la chica y se fue directo al departamento. Le preocupaba tener que estar allí con Kelly, pero de momento todo lo relacionado a Hugo era más importante. Se marchó dejando a Hugo con Diego y Julia.
Julia se sentó en un cómodo asiento que había en el pasillo, y estuvo allí sentada hasta quedarse dormida. De pronto sintió una mano posar sobre su hombro y abrió los ojos viendo a Diego que tenía los ojos hinchados, era evidente que había estado llorando.
–Cariño voy a buscar unos bocadillos para cenar, ¿Necesitas algo? –Murmuró Diego y Julia negó con la cabeza, él se iba alejando y ella se levantó rápidamente para llamarlo.
–¡Diego! –Exclamó Julia y él se dio la vuelta para verla. –¿Hugo se encuentra bien? –Preguntó con ansiedad.
–Está despierto cariño, porque no pasas y hablas con él. –Contestó Diego y Julia dudó si sería lo correcto. Pensó que era mejor darle su espacio y no invadir su privacidad en un momento tan delicado.
– No creo que sea buena idea. Con que me puedas informar de su estado para mí es más que suficiente. –Murmuró apenada y Diego asintió dejándola sola, pero Julia con esas ganas insoportables de verlo con sus propios ojos.
Desde que lo habían sacado del campo de fútbol ella no volvió a verlo, tampoco se sentía con el derecho a entrar en aquella habitación, hasta que escuchó algo romperse dentro y entró sin pensarlo.
Hugo estaba en la cama apretando los puños con la mirada empañada llena de ira y tristeza. Había tirado un vaso de cristal contra el televisor de la habitación y Julia pudo ver en el suelo todos los cristales rotos. Se acercó a Hugo mientras que él no apartó la vista de la ventana consciente de que ella estaba allí.
–No te preocupes por el contrato, si es por eso por lo que estás aquí. Lo que pasó no estaba planeado, yo perdí mi objetivo, pero tú no tienes por qué perder el tuyo. Todo seguirá igual Julia. –Murmuró apretando los dientes sin mirarla.
–No estoy aquí por eso Hugo, escuché el ruido y entré para ver si estabas bien. –Respondió ella apenada. –Y no deberías decir que has perdido tu objetivo, te vas a recuperar y volverás a jugar. –Intentó animarlo, pero no tuvo éxito.
–No lo entiendes Julia, para mi profesión ya este es mi mejor momento, debería aprovecharlo al máximo. No volveré a lograr otra temporada tan buena como esta, y después de esto lo único que recordarán de mí es esa m*****a lesión. –Respondió con la voz rota sin poder mirarla.
–No digas eso Hugo, te has convertido en uno de los mejores futbolistas de la historia…
–¿Y cuántos más también llegaron a eso y ahora no son nadie? No importa lo mucho que te esfuerces, cuantos campeonatos ganes, ni los trofeos, nada de eso importa si no eres bueno hasta el final. Porque se olvidarán de como empezaste, pero no de como terminaste. – Afirmó Hugo sintiendo una enorme sensación de impotencia y una rabia que lo dominaba.
–¡Y todavía no has terminado! –Afirmó la chica girando el rostro de Hugo con una mano para mirarlo a los ojos y lo vio bajar la mirada derrotado. –Eres un guerrero, y eres un ejemplo para muchos. Si no quieres hacerlo por ti, hazlo por todos los chicos que algún día sueñan en ser como tú. Solo depende de ti cambiar el final de tu historia. No te puedo garantizar que todo saldrá bien, pero por lo menos lucha. Sigue peleando contra todas las probabilidades, como llevas haciéndolo toda tu vida. –Habló Julia con sinceridad dejándolo pensativo, y después se apartó de él para marcharse, pero un pedido de Hugo la detuvo.
–¡No te vayas Julia! Quédate conmigo, por favor. –Murmuró Hugo y Julia se sentó en una silla al lado de su cama y agarró su mano.
Cuando Diego regresó abrió despacio la puerta de la habitación y vio juntos a la pareja, pero ellos no se percataron de su presencia. Su hijo parecía más tranquilo con Julia, entonces decidió dejarlos solos, seguro de que Hugo estaba en buenas manos.
Ya en el departamento de Felipe, era de madrugada cuando Kelly se apartó de la ventana de la habitación en la que estaba y decidió ir hasta la cocina para buscar un té. No había podido pegar ojo preocupada por su amiga. Conocía a Julia muy bien y sabía que toda aquella preocupación por Hugo solo era una señal de que él empezaba a abrir camino a su corazón sin que ella se diera cuenta.
Cuando pasó por el salón estaba a oscuras, solamente con una lámpara de mesa encendida, alumbrando el sofá que estaba lleno de documentos. Felipe daba vueltas por el salón, al parecer aún no se había molestado en cambiarse de ropa, solo la había acomodado para estar más cómodo.
Llevaba puesta una la camisa blanca que tenía varios botones abiertos por fuera del pantalón del traje, dejando al descubierto su abdomen bien marcado, y estaba descalzo. Kelly sintió un pesar por él, parecía realmente afectado por la situación de Hugo y estresado.
Kelly pensó que no quería estar cerca de Felipe, pero en aquel momento había cosas más importantes, y ella lo entendía a la perfección porque si fuera Julia en el lugar de Hugo, se sentiría muy angustiada.
Entró a la cocina y recordó las mañanas cuando trabajaba en la oficina de Felipe. Ellos siempre llegaban juntos y los demás empleados solían llegar una hora más tarde. Juntos los dos preparaban el café en la mini cocina que había para los empleados y lo tomaban en la terraza que había en el despacho de Felipe. Con ese recuerdo en su cabeza decidió preparar dos tazas de café y las llevó al salón donde estaba él.
Felipe la vio entrar y no fue capaz de formular una sola palabra. Kelly estaba con una bata roja que llegaba hasta la rodilla y sus cabellos rubios despeinados. Ella sabía que él no tendría el valor para iniciar aquella conversación, entonces lo hizo ella.
–¿Cómo van las cosas? Hablé hace un rato con Julia y ya me ha informado de la situación de Hugo, pero veo que su lesión es solo la punta del iceberg. –Preguntó Kelly mirando la cantidad enorme que había de documentos y la mirada cansada de Felipe.
–Acaba de lesionarse y ya me están llamando varios patrocinadores para cancelar varios contratos que tienen con Hugo. –Contestó con indignación y Kelly le entregó la taza de café. Su mano tocó la de ella por un segundo y ese simple roce con su piel lo hizo sentirse en paz. –Gracias Kelly, pero viendo todo el trabajo que tengo por delante, creo que con una taza de café no será suficiente para mantenerme despierto, necesitaré unas veinte. –Murmuró con timidez y ella esbozó una sonrisa triste.
–Veinte tazas de café no son nada, comparadas a todas las que sirvo en mi trabajo diariamente. –Respondió ella y Felipe la miró con incomprensión. –Si quieres puedo ayudarte, solo me tienes que explicar lo que tengo que hacer. – continuó ella y se mordió la lengua sin entender exactamente porque se había ofrecido a ayudarlo, pero ya estaba hecho no podía volver atrás en su oferta.
–Sé que no estás cómoda cerca de mí después de lo que pasó Kelly. –Suspiró Felipe y la miró con tristeza, se llenó de valor y continuó. –No me alcanzará la vida para pedirte perdón, siempre estaré arrepentido por lo que te hice ese día, pero quiero que sepas que sentía…bueno que siento, cosas muy bonitas por ti. Lo que pasó aquella mañana…
–¡¡Felipe!!–Exclamó Kelly interrumpiéndolo. –No quiero hablar sobre eso, pero si quiero ayudarte. Solo por esta noche vamos a olvidar lo que sucedió entre nosotros ¿está bien? – Aclaró la chica.
Julia se sentó en el suelo apoyando su espalda en el sofá con su taza de café en la mano y Felipe la miró embobado sin saber que decir. Ella levantó la cabeza y señaló con la mirada el suelo indicando a Felipe que se sentará a su lado y él no tardó en sentarse.
Felipe empezó a explicarle la información que necesitaba saber para ayudarlo para revisar todos los contratos que tenían al lado, y también se turnaron para contestar las llamadas menos importantes.
Trabajaron juntos hasta el amanecer que fue cuando Kelly se quedó completamente dormida en el sofá. Felipe decidió levantarla en sus brazos con cuidado para no despertarla, y la llevó a su habitación. Acomodó a la chica sobre la cama y dejó un suave beso en su mejilla. Después se fue a su propia habitación para darse una ducha, cambiarse de ropa y continuar trabajando.