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Amor en juego 2

Capítulo Extra: Obligaciones.

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María Eugenia estaba caminando de un lado a otro por el despacho de su mansión, mirando el único retracto de su fallecido marido que quedaba en aquella casa y se hizo un apunte mental para recordar prenderle fuego, cuando alguien tocó la puerta llamando su atención.

–Duquesa el barón está esperando en el salón. – Anunció Laura entrando al despacho y María Eugenia se llevó una mano a la cien porque sabía que su dolor de cabeza había llegado.

–Lo recibiré aquí Laura porque necesito que esa conversación sea lo más privada posible. – Contestó María Eugenia y Laura la miró intrigada.

–¿Crees que está aquí el barón por ese antiguo acuerdo? – Preguntó Laura con preocupación y la duquesa se giró para mirar por la ventana.

–La existencia de Iker es noticia es todas partes, sobre todo después del nacimiento de Kai en la final de Champions. –Contestó María Eugenia y suspiró con cansancio, porque sabía que aquella noticia despertaría viejos intereses. – Algunas revistas directamente han anunciado a Iker como futuro duque y ahora ese hombre está aquí, te puedo asegurar que su visita no es una casualidad. Antoine no viajaría tan lejos para hacer una simple visita de cortesía. 

–Que hombre tan despreciable. – Murmuró Laura indignada y María Eugenia se giró para verla.

–¿Dónde está mi nieta? – Preguntó María Eugenia con preocupación.

–Está en el centro dando clases a los ancianos, pero estará a punto de regresar a casa.

–¿Hugo dónde está? – Preguntó María Eugenia.

–El señor Torres está haciendo lo mismo que cada mañana, ha llegado de su entrenamiento y ahora está con sus hijos, la última vez que lo vi estaba volviéndose loco cambiando el pañal de Kai mientras que Iker intentaba ayudarlo. – Contestó Laura sonriendo al recordar la escena de como Iker tenía las manos sucias con la cremita que era para Kai.

–No se puede negar que la estrella del fútbol es un padre maravilloso. – Suspiró María Eugenia. – Asegúrate de que no se cruce con el barón, lo esperaré aquí Laura. – Pidió y Laura se giró para salir cuando María Eugenia volvió hablar, entonces se giró otra vez para verla. – Y Laura por favor prepárame un café bien fuerte, porque lo voy a necesitar después de esta conversación.

–¿Le hecho brandy al café? – Preguntó con curiosidad y la duquesa asintió.

–Que sea más brandy que café, por favor. 

Laura se retiró dejándola sola en el despacho y María Eugenia caminó hasta el enorme ventanal del despacho pensativa, hasta que unos minutos después una voz que ella no soportaba llamó su atención.

–Mi queridísima María Eugenia, adorada Duquesa de Lugo – Exclamó un hombre elegantemente vestido y María Eugenia se giró para verlo mirándolo con desagrado sin intentar disimular.

–¿Puedo saber a qué se debe la visita del Barón en mi casa? – Preguntó María Eugenia mirándolo con desprecio, pero el hombre no se molestó con su actitud, no parecía importarle ya que sabía que ella estaba obligada a soportar su presencia.

–Solo he venido para recordarte los acuerdos que existen entre nuestras familias. – Contestó el hombre sonriendo con satisfacción y María Eugenia lo miró indignada. – La esposa de mi hijo está esperando una niña.

–¡No te atrevas a sugerir lo que creo que estás intentando decir Antoine! – Exclamó María Eugenia con rabia y Antoine se encogió de hombros. 

–No estoy sugiriendo nada querida, solo estoy mencionando un hecho y debo decirte que me había dado por vencido ya que María Fernan…Oh perdón, sé que te desagrada que llamen así a tu fallecida hija. Bueno, Sonia tenía que haber sido mi esposa, pero Jerome me ofreció una buena suma de dinero para olvidarme del acuerdo y cuando supe que tenías una nieta, mi hijo ya estaba casado con Berénice y debo confesarte que ese matrimonio significó un antes y un después para los negocios de mi familia. – Habló con orgullo y María Eugenia lo miró asqueada porque sabía que el hijo del barón se había casado obligado por su padre que un hombre extremadamente ambicioso.

–Bien, ¿cuánto quieres ahora para olvidarte del acuerdo entre nuestras familias? – Preguntó María Eugenia mirándolo fijamente y lo vio reírse con sorna.

–No querida, el dinero ya no es un problema para mí, lo que me interesa es el título. Mi familia está perdiendo poco a poco su estatus entre la nobleza de España, solo quiero volver a ser parte de ella. – Contestó con satisfacción sentándose en uno de los sillones del despacho. – No puedo permitir que mi linaje caiga en el olvido porque eso sería el inicio de mi ruina. Tú y yo sabemos perfectamente los beneficios de ser un noble y no pienso perder los míos. 

–¡No pienso permitir que utilices a mi bisnieto Antoine!

–No tienes otra opción querida, bueno si lo tienes y sabes muy bien cuál es así que dudo mucho que quieras arriesgar el legado de tu familia. – Contestó Antoine encendiéndose un cigarrillo. – Un matrimonio entre nuestras familias es todo lo que los Orleans necesitan para volver a ser parte de la nobleza, mi nieta casada con un Martínez de Irujo, esto es mucho más que ser un noble, es ser parte de la mismísima Familia Real. – Habló pensativo, como si estuviese hablando consigo mismo pensando en las ventajas de aquel matrimonio. – Daba por hecho de que esto no sería posible por la relación de tu nieta con el futbolista y que mi hijo esté casado con una plebeya , pero mira cómo es la vida, ahora tienen un niño que algún día será Duque y Grande de España, puedo decir con seguridad que será el hombre perfecto para mi adorada nieta.

–Estamos en pleno siglo veintiuno Antoine, este tipo de acuerdos ya no son válidos. – Replicó María Eugenia y Antoine de Orleans comenzó a reírse.

–No seas ingenua querida, sabes perfectamente que para nosotros estos acuerdos jamás dejarán de existir y como futuro duque tu adorado bisnieto tendrá que cumplir con sus obligaciones. –Contestó con satisfacción. – Aunque me desagrada la idea de saber que ese niño no es de pura sangre, pero al fin y al cabo es un Martínez de Irujo. Un varón que unirá nuestras familias como es la costumbre. Hacía muchos años que La Casa de Orleans y La Casa de Alba no coincidían de esta manera tan perfecta…

–¡Olvídalo, Antoine no pienso permitir que mi nieto sea parte de una familia de sanguijuelas como la tuya! – Escupió María Eugenia encarándolo y lo vio sonreír con malicia. – Son otros tiempos, Iker no tendrá que cumplir con esos acuerdos, ya es hora de actualizarnos a nuestra nueva realidad.

–Son otros tiempos mi señora, pero nuestra sangre es antigua al igual que nuestras obligaciones y jamás cambiaremos nuestras costumbres, porque si llegáramos a hacerlo dejaríamos de existir, así funciona la nobleza. – Espetó Antoine mirándola con soberbia. – Si intentas romper con el acuerdo que existe entre nuestras familias, llevaré este asunto ante el Rey. –Habló poniéndose de pie, apagando el cigarrillo en un jarrón de flores que tenía cerca y después sacó unos guantes que traía en el bolsillo de su chaqueta para ponérselos. – Que tengas un buen día querida Duquesa. – Habló con un tono suave inclinando la cabeza con sarcasmo. – Y dale saludos de mi parte al futuro marido de mi querida nieta.

Cuando Antoine iba a abrir la puerta del despacho se dio cuenta de que ya estaba abierta porque Julia estaba detrás de ella escuchando la conversación. 

Julia había llegado a la casa buscando a su abuela y uno de los empleados le había informado que María Eugenia estaba en el despacho, pero no le había contado que estaba acompañada.

Cuando Julia se acercó a la puerta y escuchó la alteración de su abuela, entonces no pudo evitar quedarse allí escuchando lo que decían.

–¡Oh, pero mira quién tenemos aquí! – Exclamó Antoine con sarcasmo girándose para ver a María Eugenia y después inclinó la cabeza para mirar a Julia que lo miraba con recelo, después levantó la mirada para verla. – Futura duquesa, es un verdadero honor ser testigo de su belleza. – Murmuró mirándola y después miró a María Eugenia. – Estoy deseando ver como saldrán los próximos descendientes de nuestra familia mi querida duquesa. 

–¡Márchese de mi casa barón! – Ordenó María Eugenia señalando la puerta y Antoine sonrió con malicia. 

–Claro que sí duquesa, como usted ordene. Hasta pronto querida, volveremos a vernos dentro de unos años en la inevitable fiesta de compromiso. – Se despidió Antoine tarareando una melodía alegremente y Julia miró a su abuela con angustia.

–¡Dime que lo que acabo de escuchar no es cierto abuela! – Pidió Julia preocupada y María Eugenia bajó la cabeza sin saber que decirle, pero sabía que nieta ya sabía la verdad así que estaba obligada a contestar.

–Es cierto cariño, todo lo que ha dicho es verdad.

–¿Mi hijo tendrá que casarse por obligación? – Preguntó Julia con nerviosismo y su abuela se acercó a ella envolviendo las manos de su nieta entre las suyas.

–Existe una salida mi amor. 

–¿Y cuál sería abuela?, dime que tenemos que hacer para librar a Iker de ese matrimonio.

Dejar atrás nuestro legado, la Casa de Alba dejará de existir. Nos quitarán las propiedades, el ducado de Lugo y el titulo de Grandes de España. Los Martínez de Irujo dejarán de existir – Contestó María Eugenia con tristeza y Julia la miró angustiada.

–Es nuestro legado abuela, esta familia lleva siglos existiendo, somos parte de la historia de este país. Tú me lo dijiste muchas veces. 

–Sí mi amor, pero ser parte de esa historia tiene un precio y así es como funciona la nobleza. Lo siento mucho mi amor, siento que nuestro apellido sea una carga y ahora una preocupación para ti. – Se disculpó María Eugenia con el corazón en la mano y Julia la abrazó.

–Encontraremos la manera abuela, buscaremos una solución, tiene que haber una salida.

–No existe una salida mi amor, Iker tendrá dos opciones. Casarse con la nieta de Antoine de Orleans o permitir que el legado de los Martínez de Irujo se pierda para siempre.

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