Pilar salió del ascensor de su edificio sujetando una botella de champagne, caminando descalza agarrada al brazo de uno de sus amantes.
Los dos habían pasado toda la noche celebrando el hecho de que su marido estaba a punto de morirse y a pesar de que no se llevaría gran parte de la fortuna de Amancio estaba feliz, porque pensaba que su marido le dejaría una buena suma para asegurar su futuro y el lujoso departamento donde vivían, ya que en sus condiciones no tenía fuerza ni cabeza para cambiar su testamento.
–Tenías que haber invitado a tu amigo, porque esta noche me apetece hacer un trío. – Habló Pilar tambaleándose mientras que buscaba la llave del departamento en su cartera.
–Jamás en mi vida había visto una viuda tan alegre como tú, eres realmente la maldad personificada. – Se burló el chico quitándole la botella de champagne para tomarse un trago.
–Casi viuda querido, porque el maldit* viejo todavía no ha muerto. – Aclaró Pilar agarrando la camiseta del chico, que debería ser unos veinte años más joven que ella, y susurró cerca de su boca. – Y prefiero que digas que soy la lujuria personificada, porque cuando entré a este departamento volveré a matarte de placer.
Pilar besó al chico de forma obscena chupando sus labios y después se apartó de él para abrir la puerta, pero cuando metió la llave en la cerradura no se abría. Al principio Pilar pensó que estaba metiendo mal la llave porque iba un poco mareada por el alcohol, pero el chico también intentó abrirla y no pudo hasta que de repente la puerta se abrió, entonces el rostro serio de Felipe sorprendió a los dos.
Pilar se quedó boquiabierta mirándolo mientras que el chico los miraba con ansiedad sin entender lo que estaba pasando.
–Pensaba que tu marido fuese un viejo Pilar, ¿y no dijiste que estaba en el hospital? – Preguntó el chico nervioso, pero Felipe no apartó la mirada de Pilar haciendo una mueca de asco.
–El que posiblemente terminará en un hospital eres tú muchacho, porque si ya te has acostado con esta mujer espero que por tu bien que te hayas puesto una goma y si no es así pena me das, porque esta mujer tiene el VIH. – Contestó Felipe sin molestarse en mirarlo y el chico los miró aturdido, porque se había acostado con Pilar diversas veces sin utilizar protección, entonces abandonó el edificio corriendo con su rostro desencajado por el miedo de estar enfermo. La preocupación era tanta que ni siquiera se molestó en preguntarle nada a Pilar y también porque la figura de Felipe era tan imponente que daba miedo.
Cuando el chico se marchó dejándolos solos en el pasillo de aquel edificio, Pilar comenzó a temblar mirando a Felipe. Pensó que no serviría de nada intentar explicarse, estaba claro que sabía toda la verdad y sabía para qué estaba en su departamento.
–Déjame adivinar, la que es ahora tu querida esposita te ha ido con el chisme de la visita que le hice, porque no veo otro motivo para que hayas decidido buscar a tu padre, que por supuesto te ha contado mi situación. – Escupió Pilar con rabia pensando en el hecho de que Kelly ahora era la nueva señora Herráez como ella había leído en las revistas, entonces Felipe frunció el ceño.
–¡¡¿De que mierd* estás hablando Pilar?!! – Preguntó Felipe agarrándola del brazo con fuerza y Pilar gritó por el daño que le estaba haciendo. – ¿Te has atrevido a acercarte a mi mujer?
–¡Eso ya no importa, porque ella ha conseguido lo que quería! –Vociferó Pilar mirándolo con rabia. – Esa interesada ha logrado enredarte y te has casado con ella…
–¡¡¡No vuelvas a mencionar a mi mujer!!! Y que sepas que la única interesada aquí eres tú maldit* zorra arribista. – Escupió Felipe mirándola con desprecio. – Pero se acabó Pilar, tu vida de sanguijuela en esta familia ha llegado a su fin.
–¿De qué estás hablando Felipe? – Preguntó Pilar mirándolo con desagrado. – Sigo siendo la esposa de Amancio y él es el único que puede quitarme algo. Ahora apártate de mi camino porque esta es mi casa. – Habló con autoridad intentando entrar al departamento y Felipe la empujó tirándola al suelo del pasillo. – ¡¿Te has vuelto loco?!
–Tus días como señora Herráez se han acabado. – Contestó Felipe tirando en su cara unos documentos y se quedó con uno en la mano, que para él era el más importante. – Esta es la demanda de divorcio y hay algo más perra maldit*. ¡¡ Y esta ya no es tu casa!! – Gritó restregando el documento que tenía en su mano en la cara de Pilar.
–¡¡No es cierto, este departamento es de Amancio y por tanto también es mío!! – Exclamó Pilar indignada mirando las escrituras del departamento.
–Este departamento ya no pertenece a mi padre, ahora es mío. –Contestó Felipe asqueado y Pilar se levantó tirando la escritura al suelo.
Pilar volvió a intentar entrar al departamento, pero Felipe la pegó contra la pared golpeando su cabeza con fuerza y Pilar hizo una mueca de dolor.
–¡¡Tengo derecho a recoger mis cosas, eso no me lo puedes quitar!! – Escupió Pilar furiosa llevándose una mano a su cabeza donde se había golpeado.
Pilar quería entrar al departamento por sus joyas, porque sabía lo valiosas que eran y sería más que suficiente para darle una vida cómoda hasta que encontrará la manera de recuperar su dinero, porque estaba segura de que Felipe también se había encargado de bloquear sus cuentas bancarias.
–Aquí ya no hay nada para ti, Pilar. – Contestó Felipe con rabia pensando en como podía haber llegado a sentir algo por una mujer tan repugnante. – Todo lo que hay en esta casa lo has comprado con el dinero de mi padre, de mi familia, así que olvídalo. Te irás de aquí solamente con lo que llevas puesto y agradece que no te lo quite también.
–No puedes hacerme esto Felipe, sabes perfectamente que no tengo a nadie en este país. – Contestó Pilar con ansiedad y Felipe la agarró del cuello con fuerza.
–¡¡No me importa una mierd* y menos ahora que sé que tuviste el descaro de buscar a Kelly, deberías de darme las gracias por no matarte ahora mismo con mis propias manos!!
–¿Sa…sabe…tu…tu mujer…que eres…un…un monstruo? – Balbuceó Pilar mientras que Felipe apretaba su cuello con más fuerza impidiéndole de respirar.
–Sí y no tienes idea de lo mucho que le excita este monstruo. – Gruñó Felipe con rabia y la soltó.
Pilar cayó al suelo llevándose las manos a su cuello tosiendo, entonces Felipe agarró la escritura tirándola dentro del departamento y cerró la puerta. Pilar lo miró aturdida sin saber lo que iba hacer y Felipe la agarró de los cabellos sin darle una oportunidad para levantarse.
Felipe la llevó hasta el aparcamiento del edificio a arrastras y la metió dentro de su coche atándola con el cinturón de seguridad. Pilar gritaba como loca intentando liberarse, pero Felipe la ignoraba por completo mientras que manejaba por las calles de Madrid en plena madrugada.
Cuando llegaron a un lugar alejado del centro Pilar se dio cuenta de donde estaban y Felipe miró alrededor mirando el polígono Marconi, recordando la noche en la que había dejado a Kelly sola en medio de aquellas calles tan peligrosas.
–¡¡¡¿Por qué me has traído a este lugar Felipe?!!! – Gritó Pilar nerviosa y Felipe giró la cabeza para mirarla con desprecio. – No estarás pensando en dejarme aquí, ¿verdad?
–Tenía que haberlo hecho hace mucho tiempo Pilar, porque este es tu lugar. –Contestó Felipe bajándose del coche.
Felipe sacó a Pilar de su Ferrari tirándola en medio de la calle y después volvió a subirse para marcharse de allí mientras que Pilar miraba alrededor sin saber que hacer.
Felipe encendió su coche y lo puso en marcha alejándose del lugar donde estaba Pilar, después dio un par de vueltas y aparcó bajo un árbol en una esquina que estaba a oscuras, para ver qué haría su madrastra en aquella situación.
Lo que Felipe no se imaginaba es que Pilar conocía muy bien aquel lugar, ya que antes de trabajar para los Herráez, ella se había prostituido en aquellas calles.
Pilar miró alrededor recordando la época en la que había trabajado como prostituta y pensó en lo que Felipe le había quitado aquella noche. Pilar sabía que no tenía a donde ir, que tampoco tenía dinero y mucho menos amigos que la ayudarán, entonces levantó la cabeza con soberbia y caminó hasta una de las esquinas del lugar.
Felipe observaba cada uno de sus movimientos, mirándola con asco. No sabía si estaba o no sorprendido de ver la actitud de Pilar en aquella calle llena de prostitutas, porque en el fondo sabía que tipo de mujer era, entonces se recostó en el asiento de su coche para ver que haría ella en aquel polígono.
Pilar se paró en una esquina vacía, se quitó el carísimo abrigo de pelo que llevaba puesto y se subió un poco el vestido que ya era muy corto. Entonces se paró en el borde de la acera forzando una sonrisa para cada coche que pasaba y Felipe veía todo negando con la cabeza, era repugnante verla.
–¡¡Este es mi puesto zorra, ve a buscar otro!! – Exclamó una de las prostitutas acercándose a ella y Pilar la miró con indiferencia.
–¡¡El puesto es de quién llega primero, así es como ha funcionado siempre!! – Escupió Pilar sin girarse para ver a la enorme mujer que iba casi desnuda detrás de ella.
–Eso fue hace años vieja, ahora tenemos que pagar por nuestro puesto y este es el mío. – Contestó la mujer acercándose y Pilar se giró para mirarla.
–Con esa cara que tienes deberías de ir a lavar baños, gorda asquerosa. Aunque me vaya de aquí no habrá macho que quiera follarse a semejante criatura y mucho menos pagando por ello. – Se burló mirando a la mujer de arriba abajo con asco mientras que otras se acercaban.
–¿Todo bien Kristal? – Preguntó otra chica acercándose a ellas.
–Nada que no pueda resolver nena, esta zorra está buscando un tratamiento de belleza y ahora mismo se lo voy a dar. – Contestó la mujer y las demás comenzaron a reírse sabiendo lo que estaba a punto de pasar en aquella calle y Pilar la miró con el ceño fruncido.
Pilar no tuvo tiempo de reaccionar cuando Kristal la agarró de los cabellos mientras que escuchaba el bullicio de las demás chicas. Pilar no podía luchar contra la mujer porque era mucho más grande y fuerte que ella, pero de todas formas intentaba agarrarse a cualquier cosa que se encontraba mientras que Kristal la arrastraba.
Cuando Pilar se dio cuenta hacia a donde la llevaba comenzó a gritar desesperada, porque sabía lo que estaban a punto de hacerle. Kristal la arrastró hasta una de las hogueras que había en medio de la calle, que las prostitutas solían hacer para mantenerse calientes en invierno mientras que esperaban por clientes.
Kristal puso la cara de Pilar en el fuego quemándola y ella comenzó a gritar de dolor, chillaba como si fuese un animal que estaba siendo despellejado vivo, después Kristal la apartó de la hoguera tirándola al suelo mientras que las demás aplaudían riéndose, viendo como Pilar se retorcía en el suelo por el dolor.
Felipe observó todo desde su coche y sonrió con sarcasmo viendo todo lo que estaba pasando, sin hacer absolutamente nada para ayudarla.
–Después de esto me pregunto, ¿quién será el monstruo ahora Pilar? – Se burló Felipe y después puso su coche en marcha para regresar a su casa, con su familia.
Cuando Felipe entró en la mansión subió directo a la habitación, seguro de que Kelly estaría durmiendo, pero la encontró con su pequeña pancita de embarazada dando vueltas de un lado a otro preocupada.
–¡¡Lipe!! – Exclamó Kelly aliviada de verlo bien acercándose a él. – Me dijiste que no regresarías tarde.
–Lo siento amor, pero Pilar ha tardado en regresar a casa. – Murmuró Felipe quitándose la corbata y Kelly lo ayudó a quitarse la chaqueta. – ¿Dónde está mi hija? – Preguntó mientras que dejaba un beso en el vientre de su mujer.
–Pues con las horas que son bien dormidita en su cama, le ha costado dormir porque está acostumbrada a que leas un cuento para ella cada noche. No dejaba de decir “PAPÁ” mirando la puerta de su habitación esperando por ti hasta quedarse dormida. – Contestó y Felipe suspiró pensando en su pequeña y en lo apegaba que ya estaba a él. – Entonces, ¿ha quedado arreglado el asunto de Pilar? – Preguntó con preocupación y Felipe se quitó la camisa.
–Hablemos sobre esto después, ahora solo quiero darme una ducha y hacerte el amor. – Habló con la voz ronca mirándola, porque nada le había excitado más en su vida que ver a Kelly embarazada, entonces ella asintió con una sonrisa sin preguntar nada más.
Felipe y Kelly se bañaron juntos, pero Felipe no podía aguantarse las ganas de poseerla, así que la levantó en sus brazos para sacarla de la ducha y la llevó directo a la cama.
Felipe quería ir suave con ella, tratarla con cariño, pero el embarazo de Kelly solo había aumentado su deseo por él, entonces el sexo fue duro, como tanto les gustaba. Después Kelly y Felipe se quedaron abrazados en la cama intercambiando caricias mientras que Felipe le contaba todo lo que había pasado con Pilar.
–¿Por qué no me habías contado que ella fue a verte para contarte todas estas cosas sobre mí y mi familia? – Preguntó Felipe intrigado y Kelly levantó su cabeza que estaba sobre el pecho de su marido para mirarlo.
–Porque el daño ya estaba hecho amor, daba igual contártelo o no. Personas como Pilar solo viven para hacer daño a los demás, yo no debí permitir que sus palabras me afectasen de aquella manera. Estaba en mis manos no dejarme envenenar por ella y decidí permitir que sus palabras llegasen a mi corazón haciéndome dudar ti. – Murmuró Kelly delineando los pectorales de Felipe.
–Te entiendo, porque yo tampoco le he contado a Hugo lo que Adara le hizo a Julia. – Contestó Felipe refiriéndose a cuando Adara empujó a Julia por las escaleras. –Yo tenía que haber hecho algo en ese momento y no lo hice. Contarlo a Hugo solo hubiese servido para provocar un enfrentamiento entre Adara y él, donde claramente ella volvería a hacerle daño. – Contestó Felipe dejando un beso en la cabeza de su mujer. – Contarle a Hugo la verdad no hubiera cambiado el hecho de que le fallé, pero bueno, ahora él ya lo sabe y Adara está muerta.
–Todo eso ha quedado en el pasado cariño, ahora solo debemos mirar hacia adelante y pensar en el futuro. – Contestó Kelly acariciando su vientre y Felipe la acomodó en la cama para darle besos en su vientre.
–Tienes razón mi amor, ahora solo debemos pensar en lo que la vida reserva para nosotros. – Habló Felipe dando un beso en la pancita de su mujer que comenzó a deslizar los dedos por sus cabellos mirándolo embelesada. – Ahora mi única preocupación es Zoe, nuestro pequeño Dante y tú. ¿Verdad que sí mi chico? Vamos a tener mucho trabajo para cuidar a estas dos mujeres que nos volverán locos y eso sin contar en los que faltan.
–¿Cómo qué “en los que faltan”? No te estarás refiriendo a más hijos, ¿verdad? –Preguntó Kelly mirándolo con expectación y Felipe sonrió con malicia.
–Por supuesto que sí, está casa es enorme y necesito escuchar muchos niños correteando por ahí para sentirme cómodo. – Habló Felipe con satisfacción dejando un camino de besos por el torso de su mujer hasta llegar a su boca. – Ahora déjame hacerte el amor otra vez, que todavía estás muy hormonal y creo que no te he dado una buena dosis antes, ahora tengo que completarla.
–¡Estás loco Felipe Herráez Alias la Bestia!
–Loco por ti, me tienes completamente loco y enamorado, Kelly Herráez.