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Amor en juego 2

Capítulo 99: Zoe y tú no son la misma persona.

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Días más tarde Felipe entraba por la puerta de su departamento en Madrid, agarrado del brazo de su hermana, que lo iba guiando para que no se chocará con nada mientras que se reían porque Beatriz parecía ser más torpe que él. 

–Te vez muy sexi con las gafas oscuras, hermanito. – Bromeó Beatriz mirando a su hermano con una sonrisa tierna ya que él debería llevar las gafas durante un tiempo por sensibilidad de sus ojos y Felipe sonrió con satisfacción colocando la mano sobre la mano que tenía Beatriz en su brazo.

–Me veo muy sexi con cualquier cosa, Bea porque soy muy lindo. – Contestó Felipe caminando a su lado, pero tropezó cuando llegó unos escalones que bajaban a su salón y Hugo corrió hacia ellos para ayudarlos, ya que él había decidido no apartarse de Felipe hasta no estar seguro de que estaría bien. – No creo que este departamento sea la mejor opción para mí en este momento. – Murmuró mientras que Hugo lo ayudaba a sentarse en el sillón.

–Tendrás enfermeras que estarán contigo todo el tiempo Lipe, eso sin contar nosotros que no te dejaremos solos. –Aseguró Hugo agachándose delante de Felipe para mirarlo.

–Lo sé, pero eso no es lo que quiero Hugo, no quiero depender de nadie y sentirme como un despojo humano. – Contestó Felipe con vehemencia y Beatriz compartió con un Hugo una mirada de preocupación. – Necesito aprender a valerme por mi mismo y creo que estaría bien intentarlo en un lugar que está muy guardado en mi memoria, ya que este departamento solo lo utilizaba para dormir. Sabes que he pasado la mayor parte de mi tiempo viajando o trabajando, ni siquiera recuerdo la última vez en la que me metí en una de las habitaciones extras.

–Entonces quieres volver a la casa en la que vivíamos con papá y mamá, en la sierra. – Murmuró Beatriz recordando aquella mansión, porque ella también podía recorrer aquel lugar de ojos cerrados y Felipe asintió.

–Me iré a vivir en las afueras de Madrid, es más tranquilo y allí tampoco estaré tan lejos de vosotros. – Habló Felipe tocando su cabeza, haciendo una mueca de dolor, porque le volvía a doler.

–Julia vive cerca de la antigua casa de tus padres, así que podré estar contigo y a la vez cerca de Iker. – Habló Hugo con entusiasmo y Felipe abrió la boca para decir algo, pero recapacitó, ya que no se sentía seguro de hacerlo. –¿Pensabas decir algo, Lipe? – Preguntó Hugo con curiosidad mirando a su amigo y Felipe dudó por unos segundos antes de hablar.

–Bueno, quería saber si podría conocer a Iker, pero estando así no creo que sea una buena idea. – Murmuró Felipe apenado y Hugo agarró su mano con fuerza.

–Por supuesto que sí Lipe, no te creas que te vas a escapar de la tarea de ser el tío consentidor. –Respondió Hugo con satisfacción y Felipe sonrió, porque en verdad se moría de ganas de consentir a Iker, ya que pensaba que no había podido tener a sus hijos para mimarlos.

Unos días más tarde Julia estaba jugando con los niños en el jardín mientras que su abuela los grababa con su teléfono móvil, cuando levantó la cabeza en dirección a la casa y vio a Kelly en la ventana de despacho, parecía preocupada y Julia sintió un aprieto en su corazón por su amiga, entonces decidió subir para ver cómo estaba.

 Cuando Julia entró al despacho Kelly seguía en la ventana mirando a su hija jugar, entonces se acercó a ella y la abrazó por detrás, apoyando su mentón en el hombro de Kelly, que apoyó su cabeza en la de Julia.

–Sigues pensando en Felipe, ¿verdad? – Preguntó Julia con el corazón estrujado, porque nada le hubiera dolido más que vivir lo que estaba pasando Kelly, ella no hubiese podido mantenerse alejada de Hugo cuando sufrió el paro cardíaco. 

–No soy capaz de dejar de pensar en él y en como deber estar ahora. – Murmuró Kelly con angustia. – Después de haberme esforzado tanto para intentar romper nuestra historia, ahora estoy aquí deseando envolverlo en mis brazos para cuidarlo. – Habló mientras que las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos.

–Lo sé mi vida, sé que estás sufriendo por Felipe, pero debes ser fuerte por la nena. –Murmuró Julia con preocupación. –Zoe puede sentir cuando su madre no estás bien y eso le afecta, ya lo sabes.

–Me cuesta mucho Juls, porque me acuesto preocupada por Felipe y despierto pensando en él. –Habló Kelly girándose para verla mientras que se limpiaba las lágrimas. –Tú le has visitado con Hugo, dime cómo está, quiero saber si está bien.

–Vive Kelly y creo que eso es lo más importante de momento, por lo demás ya te puedes imaginar cómo está Felipe ahora. – Contestó Julia bajando la cabeza y Kelly volvió a llorar con angustia. – Está intentando sacar fuerzas para superar lo que está viviendo, pero sabemos que Felipe ya ha pasado por muchas cosas y ahora mismo no tiene motivación, es como si estuviese esperando que algo malo le volviera a pasar a cualquier momento. – Habló con sinceridad porque no pensaba ocultarle nada.

–Me duele tanto haberme encerrado en mi dolor y en mis miedos, cuando tenía que haber luchado por él cuando aún tenía tiempo, tal vez si lo hubiese hecho cuando me confesó lo roto que estaba, no nos hubiese pasado tantas cosas malas. – Habló Kelly recordando todo lo que habían vivido los cuatro. – Tenía que haberlo salvado para salvarnos a nosotros.

–No te culpes, no vale la pena hacer eso ahora. –Habló Julia deslizando las manos por los brazos de su amiga intentando reconfortarla. 

–No sabes lo que sería capaz de dar para verlo curado ahora mismo. –Murmuró Kelly y Julia se mordió el labio inferior con expectación, entonces su amiga la miró con curiosidad al darse cuenta de que se estaba callando algo. –¿Qué pasa Juls?

–Es que tienes esa cura aquí mismo, Kelly. – Respondió Julia con sinceridad y Kelly frunció el ceño. –Tú no puedes curar a Felipe, pero hay alguien en esta casa que puede darle toda la motivación que necesita para luchar por su vida y sabes muy bien quién es. – Murmuró dejando a Kelly pensativa, pero antes de que ella pudiese contestarla Laura entró al despacho llamando la atención de las dos.

–¡¡¡Señorita Julia!!!– Exclamó Laura con nerviosismo y Julia frunció el ceño preocupada.

–Dime Laura, ¿Ha pasado algo, pareces nerviosa? – Preguntó Julia acercándose al ama de llaves y Kelly miró por la ventana para ver si le había sucedido algo a los niños.

–¡Es el señor Torres, está en la entrada! – Contestó Laura y Julia la miró extrañada, ya que no había motivos para preocuparse por una visita de Hugo.

–Pues dile que pase Laura, no es la primera vez que Hugo viene a esta casa y ya sabemos que ha cogido la costumbre de venir cuando se le pega la gana. – Contestó Julia girando los ojos, pensando en lo atrevido que era Hugo.

–Señorita el problema no es ese, él está en la entrada con varias maletas, dice que se viene a vivir con usted. – Informó Laura mientras que Kelly y Julia se miraron sorprendidas, entonces Julia bajó las escaleras corriendo para saber que locura era aquella.

–Torres, ¿se puede saber que pretendes viniendo a mi casa con esas maletas? – Preguntó Julia enojada y Hugo se encogió de hombros con inocencia, después le entregó un documento que traía en la mano y Julia lo miró con incomprensión.

–No sé si lo recuerdas bebé, pero firmamos eso hace un par de años. – Habló Hugo con satisfacción entrando en la casa con una de las maletas. – Tú y yo somos pareja de hecho, así que debemos vivir bajo el mismo techo y como sé que no moverás tu precioso culito para trasladarte a mi casa con mi hijo, pues he venido yo a vivir con vosotros. – Contestó con una sonrisa victoriosa y Julia se llevó las manos a la cintura furiosa.

–Hemos firmado ese documento hace mucho tiempo y ya no lo necesitamos. – Replicó Julia molesta mirándolo fijamente, entonces Hugo se acercó a ella y dejó un beso en su cabeza.

–Que no lo necesitemos, no quita que exista ese acuerdo, así que pienso vivir con mi mujer a partir de ahora. – Susurró Hugo y Julia lo miró con reproche.

–¿Qué está pasando aquí? – Preguntó María Eugenia llegando a la entrada de la mansión, mirando con curiosidad las maletas que habían en la puerta.

–¡¡Hola abuela duquesa!! – Exclamó Hugo abriendo los brazos acercándose a María Eugenia que no dudó en darle un abrazo.

–¡Hola Huguito! – Habló María Eugenia mirándolo con una sonrisa amable, ganándose así una mirada de reproche por parte de su nieta.

–¿Abuela? – Preguntó Julia indignada mirando a Hugo y después volvió a girarse para ver a María Eugenia. – ¿Huguito? – Se escandalizó y su abuela se encogió de hombros. –¿Estás de acuerdo con esa locura?

–Bueno mi vida, ya que Hugo va a estar viniendo a nuestra casa cada vez que se le pegue gana, mejor que se quede a vivir de una buena vez. – Explicó María Eugenia con suavidad. – Además, estoy harta de escuchar como entra y sale de esta casa de madrugada, como si fuera un adolescente haciendo algo prohibido. Ya están muy mayorcitos para estas cosas. –La regañó y Julia se sonrojó, porque no se había imaginado que su abuela estuviese enterada de las visitas nocturnas de Hugo a la casa, para pasar la noche con ella.

–Ya has escuchado a la abuela duquesa, a partir de ahora viviré contigo y con nuestro hijo, por cierto, ¿dónde está mi hijo? – Preguntó Hugo mirando de un lado a otro y Kelly señaló la salida al jardín.

Hugo se marchó al jardín con una enorme sonrisa en su rostro mientras que Julia lo seguía de cerca regañándolo y Kelly los observó con ternura pensando en lo feliz que estaban a pesar de que Julia intentaba disimular como se derretía por el padre de su hijo y pensó que finalmente ellos tenían a su familia reunida, que el amor por su hijo había sido suficiente para superar todo lo que habían pasado y María Eugenia se acercó a ella tocando su hombro con cariño. 

–Es increíble el poder que tiene un niño de cambiar radicalmente la vida de sus padres, ¿verdad? – Murmuró María Eugenia como si supiese lo que estaba pensando Kelly. – Por nuestros hijos somos capaces de todo, de afrontar nuestros demonios, de superar cualquier obstáculo, solamente por amor a ellos para verlos felices. – Habló mirando a la chica de reojo. – Estoy segura de que Zoe será el antes y el después más significativo en la vida de Felipe Herráez cuando sepa que tiene una hija. 

–Él no quiere saber nada de mí, Mary. – Susurró Kelly con tristeza y María Eugenia se llevó una mano a la barbilla de la chica para levantar su mirada.

–Oh cariño, Zoe y tú no son la misma persona, son dos amores distintos y uno de ellos es él que Felipe más necesita en este momento. – Contestó María Eugenia antes de dejar un beso en la mejilla de la chica y después salió al jardín, donde Hugo estaba tirado en el suelo jugando con Zoe. Entonces Kelly bajó la cabeza pensando en todo lo que habían perdido Zoe y Felipe por sus miedos y tomó una decisión.

 Felipe estaba sentado en el jardín de la mansión en la que vivió hasta los diecisiete años con sus padres, respirando el aire puro, intentando reconstruir en su cabeza la imagen de aquel lugar. Era una mansión repleta de malos recuerdos y Felipe hasta podía decir que se sentía feliz de no poder verla, evitando así ciertos momentos de su vida, pero hasta el olor de aquella casa le traía a la memoria recuerdos dolorosos de su pasado. 

Aquella enorme mansión en la sierra no era el mejor lugar del mundo, pero era el único que él guardaba bien en su memoria y por eso había decidido encerrarse allí, donde no tenía que sentirse un completo inútil.

–Señor. – Habló la enfermera y Felipe giró la cabeza para escucharla. –Hay una señorita que ha venido para verlo.

–¿Quién es Nadia? – Preguntó Felipe intrigado porque solo había recibido la visita de su familia y de Hugo. 

–Soy yo Felipe. – Murmuró Kelly acercándose a él y Felipe se quedó aturdido, porque estaba seguro de que después de lo que había sucedido en el hospital de París, no volvería a saber de ella. – Sé que quieres te olvide, pero quiero hablar contigo, necesito hablar contigo por el bien de los dos.

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