Categorías
Amor en juego 2

🔒 Capítulo 98: Deudas de sangre.

Log in or Register to save this content for later.

Un mes después.

–Vamos bebé, abre la boquita que tienes que comer todito para ser un niño grande y fuerte. – Pidió Hugo con suavidad haciendo un puchero mientras que levantaba una cuchara con sopa. – ¿Quién es la cosita bonita de papi? – Preguntó con ternura y escuchó un gruñido.

–¡Deja de tratarme como si fuese un bebé, “Huguito” o te juro que encontraré la forma de meterte la cuchara por ese lugar donde no te da el sol! – Gruñó Felipe molesto antes de abrir la boca para tomar la sopa. 

–Encima que te cuido con todo mi amor y cariño, ¿te quejas? – Preguntó Hugo fingiendo estar indignado. – Eres muy gruñón Lipe, jamás has sabido valorar las cosas que hago por ti. – Se quejó Hugo esbozando una sonrisa picará. – ¿Acaso te has olvidado de tu primera borrachera cuando te sujeté el cabello mientras que vomitabas hasta el alma en un baño de aquella discoteca de Sevilla? – Preguntó con un tono dramático y Felipe se rió. 

–No exageres las cosas, jamás he llevado el cabello largo y si no recuerdo mal, casi metiste mi cabeza dentro de la taza del baño, porque estabas igual de que borracho que yo. – Habló Felipe con seguridad y los dos comenzaron a reírse recordando aquel momento.

–Juramos no volver a emborracharnos de aquella manera nunca más, casi perdimos las tripas aquella noche. – Habló Hugo carcajeándose. 

–Lo hicimos años después cuando ganaste tu primer Balón de Oro. – Murmuró Felipe con la mirada perdida, ya que solo podía tener una pequeña percepción de la luz, pero no podía ver nada más. 

–Esa vez no cuenta Lipe, porque estábamos separados. Así que cuando regresemos a España nos tomaremos toda tu reserva de alcohol, como si fuéramos dos universitarios otra vez. – Habló Hugo con determinación y Felipe levantó el dedo índice haciendo un gesto negativo.

–Olvídalo Huguito, con tantos medicamentos creo que no volveré a beber como me gusta durante un buen tiempo. – Contestó Felipe con fastidio y se llevó una mano a la cabeza haciendo una mueca de dolor, porque los dolores eran algo constante que lo acompañaban diariamente, después bajó la cabeza pensando en cómo Hugo había estado todo el tiempo a su lado en aquel hospital y murmuró. – Gracias hermano, no sería capaz de afrontar todo esto sin ti. 

–No tienes nada que agradecer Lipe, yo soy el único que debe dar las gracias aquí, porque me salvaste la vida y eso jamás lo olvidaré. Aunque todavía quiero matarte por haber hecho algo tan estúpido como arriesgar tu vida de aquella manera, no sabes cuanto me hubiera dolido perderte. – Se quejó Hugo y Felipe sonrió con tristeza.

–Y lo volvería hacer mil veces si fuese necesario, eres mi hermano. – Murmuró Felipe girando la cabeza en la dirección de donde venía la voz de Hugo que se aguantó las ganas de llorar por verlo ciego y lo hizo porque Felipe no necesitaba más drama, en aquel momento solo podían darle todo su apoyo para que pudiera salir adelante. –Además, Iker te necesita, es un niño precioso que necesita tenerte a su lado y que sepas que estoy ciego, pero puedo ser su representante cuando decida dedicarse al fútbol. – Sonrió agarrando la mano de Hugo, que él había sentido cerca de la suya y Hugo bajó la cabeza tragando en seco, porque le dolía escuchar aquello sin poder decirle la verdad que él también tenía una hija que lo necesitaba, entonces por un momento pensó en mandarlo todo a la mierd* y confesarle toda la verdad, pero unos golpes en la puerta llamaron su atención y Hugo se giró para ver quien era.

–¿Interrumpo? – Preguntó Eros entrando a la habitación y Hugo negó con la cabeza.

–No, solamente estaba dando de comer a nuestra princesa gruñona. –Se burló Hugo mirando a Felipe de reojo y lo vio negar con la cabeza, con una sonrisa condescendiente.

–Pues tiene suerte de tenerte, yo ya le hubiese metido la cuchara por la garganta porque no soy capaz de soportar su malhumor. – Habló Eros burlándose mientras que se acercaba a ellos y dejó un beso en la cabeza de su primo. – ¿Has pensado en lo que hemos hablado? – Preguntó Eros mirando a Felipe y Hugo se recostó en silla cruzándose de brazos para esperar la respuesta de su amigo, ya que él sabía a lo que Eros se refería.

–No quiero hacerlo Eros. – Respondió Felipe con determinación y su primo se giró para mirar a Hugo que suspiró con cansancio.

–Existe una posibilidad Lipe, puedes salir de esta. – Habló Eros con vehemencia intentando hacerlo recapacitar, ya que Felipe se negaba a operarse. – Los médicos ya te han liberado para esa operación, tengo al mejor neurocirujano esperando por ti en Suiza. – Habló peinándose sus cabellos hacia atrás cansado de la cabezonería de su primo y lo vio negar con la cabeza.

–No pienso hacerlo Eros, por favor no insistas más. – Contestó Felipe con seriedad y su primo resopló con fastidio. – La vida ya me ha dado dos oportunidades, no creo que tenga suerte de recibir una tercera para arriesgarme en esa operación, y no te lo digo porque me de miedo morir, pero sí porque podría terminar peor de lo que ya estoy y si la vida me ha dejado así es por algo. – Murmuró y Hugo bajó la cabeza sintiéndose culpable la situación de su amigo y quería verlo bien, pero en el fondo él también temía aquella operación. 

–Haz lo que quieras, pero si cambias de idea solo tienes que decírmelo. – Respondió Eros molesto y después suspiró con cansancio llevándose las manos a sus bolsillos del pantalón. – Ya tenemos todo preparado para tu regreso a casa, ya es hora de volver a España. – Anunció y Felipe asintió, pero aquello no era lo que le interesaba realmente saber.

–Hugo, ¿Puedes dejarnos a solas unos instantes? – Preguntó Felipe con un tono suave y Hugo se levantó para marcharse.

A Hugo no le molestó el pedido de Felipe, porque sabía que habían asuntos de los que solamente los Oliveira deberían estar enterados.

Después de que Hugo se marchase de la habitación, dejando solos a los dos primos, Eros se sentó en la silla que Hugo había ocupado recostándose en el respaldo, ladeando la cabeza para observar a su primo atentamente.

–¿La mataste? – Preguntó Felipe sin rodeos y Eros frunció el ceño mirándolo. – ¿Mataste a Adela? – Volvió a preguntar y lo escuchó resoplar, hasta pudo imaginar que debería estar poniendo los ojos en blanco.

–Sí la maté. – Respondió Eros con un tono frío llevándose las manos a los bolsillos de su pantalón. – No iba a permitir que siguiera con vida después de lo que te hizo. – Mintió mirando hacia otro lado, porque pensaba que Felipe no necesitaba más información, ya tenía demasiado problemas encima como para preocuparse también por el final de Adela Valverde.

–Dijeron en las noticias que fue asesinada por las presas y que después le prendieron fuego a su cuerpo dentro de una celda. – Murmuró Felipe pensando en la escalofriante noticia que le había leído Hugo. –Ella era importante para la investigación contra Tony, Eros. – Habló Felipe con seriedad. – Era una testigo sumamente necesaria para hundirlo y también su cómplice.

–También era testigo de lo que le hicimos a su padre y si llegan a saber de eso, no solamente nosotros iremos a la cárcel, sino que mis socios también y no vas a querer tener problemas con esa gente por ir de hombre honesto y correcto. – Escupió Eros molesto sin mirarlo y Felipe respiró profundamente, porque si Adela era peligrosa, los socios de su primo eran todavía más. – Pero ese no fue el principal motivo por el que la maté, lo hice por ti y no pienses cuestionarme porque sabes que lo volvería hacer si fuese necesario.

–Jamás te he cuestionado nada, ninguna de tus decisiones sobre esta familia, pero si estoy aquí en parte también fue por mi culpa, por haber caído en la trampa de Adela. – Murmuró Felipe sintiéndose culpable y Eros giró la cabeza para verlo. –Aunque me siento aliviado de saber que no volverá a hacerle daño a nadie más, Hugo y su familia estarán a salvo a partir de ahora. 

–No me sorprendió lo que hiciste por él, siempre fue como un hermano para ti y no dudaste en sacrificarte para ayudarlo, te admiro primo. – Susurró Eros con sinceridad pensando en las razones de su primo de arriesgar su vida por otra persona, porque él también cargaba con un amor tan incondicional como el de Felipe por Hugo en su corazón. – Pero no vuelvas arriesgar tu vida bajo ningún concepto. Sé lo mucho que quieres a Hugo, pero recuerda que para mí eres tan importante como cualquiera de mis hermanos. – Habló con firmeza poniéndose de pie. – Entonces si no quieres que vuelva a matar por ti, no te cruces delante de una bala por nadie más o hasta esa persona que tanto quieres morirá, porque no pienso perdonar la vida de nadie si te pierdo. 

Eros soltó esas palabras y después salió de la habitación sin decir nada más y Felipe no pensaba cuestionarlo, ni protestar, porque sabía muy bien lo importante que eran para su primo las deudas de sangre y que nadie debería tocar a un Oliveira, ni siquiera ellos mismos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *