–¿Estás realmente seguro? Porque si no recuerdo mal hace unos días estabas decidido a no hacerlo. – Preguntó Eros un par de semanas después, sentándose al lado en una silla al lado de la cama de Felipe en la clínica privada de Suiza, donde realizarían su operación.
–Tenía miedo, pero más miedo tengo de ser un lastre para mi hija. – Murmuró Felipe y Eros bajo la cabeza pensando en la pequeña, que era el nuevo miembro de la familia Oliveira. – Para mí sería una tortura vivir sin poder verla y que esto sea lo único que pueda ver ella de mí. Zoe se merece tener un padre de verdad, que pueda jugar con ella, cargarla en sus brazos sin la ayuda de nadie, protegerla cuando tenga miedo y ahora mismo yo no soy capaz de protegerme ni a mí mismo.
–Sé que es una operación complicada, pero yo también prefiero que lo hagas primo. – Contestó Eros colocando la mano sobre el hombro de Felipe y este puso la suya sobre la de su primo. – No sabes lo feliz que me hace saber que la nueva princesita de esta familia te ha devuelto las ganas de vivir.
–Más que eso, primo. – Respondió Felipe con seguridad. – Zoe me hace querer ser mejor persona, más fuerte. Ni siquiera puedo ver a mi niña y aún así ella me ha devuelto toda la fuerza que había perdido y incluso me agregó más, ahora me siento capaz de hacer cualquier por ella y para ella.
–¿Y cómo están las cosas con su madre? – Preguntó Eros con curiosidad y Felipe se encogió de hombros.
–Ahora mismo somos apenas los padres de Zoe y nada más. – Contestó Felipe con una sonrisa triste. – La amo con todo mi ser y creo que jamás en mi vida seré capaz de volver a amar a otra mujer como la amo a ella. Kelly es de esas mujeres que tiene la capacidad de romper cualquier caparazón, por más duro que sea, y llegar a tu corazón para ponerlo del revés para adueñarse de él. No sé si eres capaz de entenderme, pero con ella me gustaría vivir hasta el más cursi de los cuentos de hadas. – Murmuró sonriendo y Eros esbozó una media sonrisa, porque conocía muy bien ese deseo. – Pero nuestro amor no nos hace bien a ninguno de los dos en este momento. Zoe se merece tener unos padres equilibrados y Kelly y yo cuando estamos juntos somos la más fuerte de las tormentas y la palabra cordura desaparece de nuestros diccionarios.
–¡Señor, ya tenemos todo preparado! – Anunció una enfermera y Eros levantó la cabeza para mirarla asintiendo y cuando la mujer los dejó solos.
Eros ayudó a su primo a acomodarse en la cama para que se lo llevarán, entonces Felipe agarró la mano de su primo que estaba en su brazo de repente y Eros lo miró con curiosidad.
–Sí esta operación no sale bien y me quedo peor de lo que estoy…
–Puedes estar tranquilo Lipe, si eso llegará a pasar estaré ahí para pegarte un tiro en la frente. – Contestó Eros ya sabiendo cuál sería el pedido de Felipe.
–Y sí llego a morir, cuidad de mi hija como si fuera tuya. – Pidió Felipe con el corazón en la mano, porque le aterrorizaba morir sin poder ver a Zoe, pero más miedo le daba vivir intentando imaginar el rostro de su hija y jamás poder llegar a ver el brillo de sus ojos.
–Aunque no te mueras en esta operación lo haré, Zoe es sangre de mi sangre y estoy dispuesto a protegerla con mi vida si es necesario, pero si llega a pasarte algo estaré siempre a su lado y el de su madre. – Murmuró y Felipe giró la cabeza en la dirección de donde venía su voz con el ceño fruncido.
–No te atrevas a acercarte a mi mujer o te juro que regresaré del maldit* infierno para arrancarte los huevos. – Respondió Felipe molesto y Eros comenzó a reírse, porque ni en aquella situación su primo era capaz de dejar a un lado los celos.
–Pues acabas de darme un buen motivo para pasar cada noche velando su sueño. – Bromeó Eros y escuchó a su primo gruñir, entonces unos enfermeros entraron a la habitación para llevarse a Felipe. – No te preocupes por la operación primo, te aseguro que todo saldrá bien, lo sé porque estaré ahí apuntando con la pistola a la cabeza del neurocirujano.
Después de que se llevasen a Felipe al quirófano, Eros salió al pasillo donde Hugo, Julia, Kelly y el resto de la familia Oliveira esperaban sin hacer ruido.
–¿Estás seguro de qué no sabe que estamos aquí? – Preguntó Hugo con expectación y Eros negó con la cabeza.
–Ni siquiera se lo imagina. – Aseguró Eros con seguridad. – Cuando me llamó Felipe, me pidió que esto fuera un secreto, pero algo me decía que él necesitaría todo el apoyo de las personas que le quieren. – Habló y después dio unos pasos para seguir a Felipe al quirófano, porque estaba más que dispuesto a estar presente durante la operación para “animar” al médico que la realizaría, pero Paris puso una mano en su pecho para detenerlo y Eros lo miró intrigado.
–¿Se puede saber a dónde vas hermanito? –Preguntó Paris mirándolo, como si conociera muy bien las intenciones de su hermano mayor.
–Pues estaba pensando en dar una motivación especial al doctor. – Contestó Eros mirando la mano de Paris en su pecho y después levantó la cabeza para mirarlo a la cara. –¿Por qué, tienes la intención de j*der mi programa de motivación personal?
–¡Por supuesto que no! –Exclamó Paris riéndose. –Lo que tengo es la intención de ser parte de él. – Aclaró levantando la camiseta para enseñar la pistola que llevaba en su cintura y los hermanos sonrieron con malicia, después se marcharon al quirófano.
Kelly daba vueltas por el pasillo preocupada mientras que Julia intentaba todo lo posible por calmarla, entonces Hugo se acercó a ellas para hablar con Kelly.
–Puedes estar tranquila Kelly, Lipe ha demostrado ser una persona mucho más fuerte de lo que esperábamos, verás que saldrá todo bien. – Habló Hugo con un tono tranquilizador y Kelly se mordió los labios por el nerviosismo.
–Tiene que salir todo bien, Hugo. – Contestó Kelly agarrando una taza de café que le estaba entregando Julia. – Por fin la vida nos ha dado una oportunidad a todos para dejar el pasado atrás y finalmente ser felices, así que solo quiero que Felipe también pueda disfrutar de esta felicidad con nuestra hija. – Murmuró y pensó que también quería que hubiese una oportunidad para ellos dos, pero no quería decirlo en voz alta, ya que todavía se sentía avergonzada por haberlo mantenido tanto tiempo alejado de Zoe.
Todos seremos felices, de esto puedes estar segura mi vida. – Contestó Julia y Kelly la abrazó. – Estaría bien hacer una videollamada a los niños mientras que esperamos, porque estarán volviendo locos a los abuelos en el hotel. – Sugirió con entusiasmo y los demás asintieron, buscando un lugar tranquilo para llamar a los pequeños.
La operación había tardado horas, algunos hasta terminaron durmiendo en los asientos de la sala de espera, porque ninguno quería abandonar el hospital sin antes saber que Felipe estaba bien.
Cuando lo llevaron a la habitación Kelly y Beatriz fueron las que se quedaron con él. A pesar de la poca relación que habían tenido, las dos pasaron un buen rato sentadas al lado de la cama de Felipe, agarradas de la mano.
La situación de Felipe y Zoe habían sido motivo suficiente para unir a dos de las tres mujeres de la vida de Felipe Herráez y lo único que querían Kelly y Beatriz era verlo bien.
Durante la madrugada el marido de Beatriz había logrado convencerla de regresar al hotel para descansar y Kelly la animó diciendo que se encargaría de Felipe, ya que ella no pensaba apartarse de él.
Kelly había pasado toda la noche a su lado y hasta se quedó dormida agarrada a la mano de Felipe, pero cuando los primeros rayos de sol entraron por la ventana la chica abrió los ojos y lo primero que hizo fue levantarse para ver cómo estaba Felipe, pero al ver que estaba todavía dormido decidió sentarse otra vez en la silla, sin dejar de mirarlo mientras que acariciaba su rostro.
–Despierta mi amor, despierta por favor, por nuestra hija y por nosotros. – Susurró Kelly llorando, sintiendo un aprieto en su corazón, porque hasta que Felipe no despertase no podrían saber si la operación había salido realmente bien, aunque todo indicará que así había sido. – Despierta porque te necesitamos, en realidad siempre te he necesitado, mucho antes de conocerte mi corazón deseaba estar contigo y ya no puedo vivir sin ti, no puedo vivir sin este amor de locos que tenemos. Me gusta la increíble capacidad que tienes de ser la tormenta y la calma en mi vida. Amo sentirme segura en tus brazos y a la vez tan atraída por ese lado oscuro que tienes. – Kelly se dio una bofetada mental pensando en lo que estaba diciendo, pero sabía que era la verdad. – Ya, ya sé que estoy medio loca por decir esto, pero es la verdad, amo todo de ti y me sentía mal pensando que esto no era lo correcto, porque eso quería alejarme de ti, pero ahora entiendo que lo nuestro no tiene porque ser correcto o perfecto, que no está mal amarte sabiendo que puedes ser un ángel y un demonio al mismo tiempo. Lo único que importa es que eres el hombre que el destino preparó para mí, con todos tus defectos y virtudes, que eres mi hombre Felipe y prefiero vivir en tu infierno, antes que llevar una vida en paz, pero frustrada por no tenerte a mi lado. Y si te da miedo por nuestra pequeña, no te preocupes, encontraremos la forma de liberar tus demonios apenas entre cuatro paredes, donde solo yo pueda verlos y amarlos. – Murmuró Kelly sonriendo y bajo la cabeza recordando los buenos momentos que habían vivido juntos.
–¿Solo entre cuatro paredes? – Preguntó Felipe con la voz soñolienta y Kelly levantó rápidamente la cabeza para mirarlo. – Pensé que te había gustado lo del yate, no estuvo mal liberar mis demonios en alta mar.
–¡¿Estás despierto?! – Preguntó Kelly sobresaltada y lo vio sonreír.
–Desperté hace un rato sintiendo tu perfume y me entraron unas ganas enormes de matar a Eros por no mantener la boca cerrada, pero ¡j*der nena! Pensaba que no había forma de que me hicieras más feliz después de darme la noticia de que soy padre, pero escucharte decir todo esto hace que me sienta el hombre más afortunado sobre la tierra. – Confesó Felipe tragando en seco, completamente emocionado. – Yo también amo nuestro infierno, Kelly Dumas. – Contestó Felipe con una enorme sonrisa y Kelly se emocionó por sus palabras.
Kelly se levantó para llenar el rosto de Felipe con sus besos y llamó a Eros, para avisarle que su primo había despertado, que no tardó en entrar a la habitación para ver que estaba pasando. Después de ayudar a Felipe a incorporarse en la cama con la ayuda de una de las enfermeras, llamaron al médico para avisar que él había despertado.
Felipe se movía y se comunicaba con total normalidad, a pesar de estar todavía un poco mareado por toda la medicación que le habían dado, también sentía unos fuertes dolores de cabeza, que según el doctor seguirían siendo parte de su vida durante unos meses, ya que la operación había sido muy delicada y su recuperación sería lenta.
–Estás perfecto Felipe, así que creo que ya podemos quitarte el vendaje de tus ojos para ver cuanto puedes ver y la sensibilidad que tienes en los ojos en este momento. – Habló el médico delante de Felipe, sentado en una banqueta igual que la suya mientras que alrededor estaban todos mirándolos con expectación.
Felipe escuchó como la banqueta del médico se arrastraba, como si estuviese levantándose de ella y después sintió unas manos temblorosas que comenzaron a quitarle poco a poco el vendaje que estaba alrededor de su cabeza.
La expectación de todos era palpable y Felipe temblaba por el miedo que le daba todavía seguir ciego, pero cuando el ventaje se quitó por completo Felipe apretó sus parpados con fuerza antes de abrirlos, armándose de valor, pidiendo a Dios que la operación hubiese servido para devolverle la vista. Después abrió los ojos poco a poco intentando adaptarse a la luz que entraba en la habitación.
Cuando Felipe logró adaptarse a la claridad se dio cuenta de que veía todo un poco borroso y que delante de él había un hombre que le resultaba extremadamente familiar sentado en la otra banqueta y se sobresaltó cuando este le puso unas gafas que lo ayudaron a ver con claridad la cara de felicidad de su mejor amigo, que lo miraba con los ojos acristalados.
–Hola hermano. – Murmuró Hugo emocionado y los labios de Felipe temblaron por la alegría de volver a ver, antes de contestar.
–Hola mi hermano. – Contestó y los amigos se abrazaron entre lágrimas, pero después de unos segundos Hugo se apartó de él, porque sabía que no era lo más importante que debería ver Felipe en aquel momento.
–¿Estás listo para convertirte en el hombre más feliz y orgulloso de este mundo? – Preguntó Hugo con expectación y Felipe metió los dedos por debajo de las gafas para limpiarse las lágrimas, después miró a su amigo con interrogación.
Hugo señaló con la mirada a alguien que estaba detrás de Felipe, entonces él se giró para ver quien era y se encontró con el rostro empapado en lágrimas de Kelly mientras que cargaba a su pequeña Zoe en los brazos y Felipe comenzó a llorar poniéndose de pie para caminar hasta a ellas.
–Mira Zozo, mira a papi. –Habló Kelly con un tono suave señalando a Felipe y Zoe lo miró con curiosidad estirando la manita para tocarlo. – Hola Lipe. –Murmuró Kelly cuando Felipe se paró delante de ellas mirándolo a los ojos y Felipe dejó un beso en su frente mientras que acariciaba la cabecita de su hija.
Felipe miraba a Zoe embelesado, porque para él era la niña más hermosa que había visto en su vida y era exactamente igual a él, era un pedacito hermoso de él.
–Hola princesa, finalmente papi puede ver lo hermosa que eres mi pequeña Zoe. – Murmuró Felipe y Kelly le entregó a Zoe.
Felipe levantó a Zoe en sus brazos completamente enamorado de su pequeña y fue como si toda la oscuridad que había en su vida hubiese desaparecido en aquel instante. Entonces Felipe sintió en aquel momento mientras que abrazaba a su hija que no había exagerado en decir que ella le había dado algo más que ganas de vivir.
Felipe estaba dispuesto a ser mejor persona por su hija y cuando miró a la madre de su pequeña pensó que estaba dispuesto a hacerlo por las dos, así que también abrazó a Kelly con su Zoe entre ellos, que miraba extrañada a sus padres mientras que lloraban por la enorme felicidad que había llenado sus corazones.